La grandeza del fútbol reside en la imprevisibilidad, dos y dos no siempre son cuatro en el deporte rey y nadie puede confiarse ante ningún tipo de rival por muy fácil que parezca. De esto nos olvidamos cuando hablamos de España, una selección de récord que nos ha malacostumbrado con sus múltiples victorias. Nos habíamos olvidado de lo que era perder y en nuestros aires de grandeza no entraba la insultante idea de que una selección como EEUU pudiera interrumpir nuestro camino de gloria.
Podríamos decir que quizá estábamos demasiado confiados o que algún día tocaba perder, pero la realidad fue que ayer ni aun jugando tres horas seguidas habríamos metido ningún gol, ni siquiera Villa o el desaparecido Torres al que Del Bosque debería haber cambiado mucho antes de la primera parte, cambio que por otro lado no realizó en todo el partido. La érronea lectura del partido es una causa, no siempre hay que salir a jugar al toque, hay circunstancias en las que el estilo de juego debe ser distinto y más ante una selección que a falta de técnica prima la velocidad.
Los americanos aprovecharon el mal día de la selección para valerse en dos ocasiones de dos errores defensivos puntuales e inmerecidos. El auténtico mérito estadounidense fue bloquear la poca lucided española en ataque a penas los centros de Xavi, los tiros de Alonso o la velocidad de Fábregas y Cazorla que aunque fue lo más destacable de nuestra parte faltó con más regularidad durante los 90 minutos.
A la velocidad de EEUU hay que sumarle la contundencia física de jugadores como Altidore que podría dedicarse perfectamente a otro fútbol, el americano, o el inagotable Bocanegra que mareó como quiso a Ramos.
Podríamos decir que quizá estábamos demasiado confiados o que algún día tocaba perder, pero la realidad fue que ayer ni aun jugando tres horas seguidas habríamos metido ningún gol, ni siquiera Villa o el desaparecido Torres al que Del Bosque debería haber cambiado mucho antes de la primera parte, cambio que por otro lado no realizó en todo el partido. La érronea lectura del partido es una causa, no siempre hay que salir a jugar al toque, hay circunstancias en las que el estilo de juego debe ser distinto y más ante una selección que a falta de técnica prima la velocidad.
Los americanos aprovecharon el mal día de la selección para valerse en dos ocasiones de dos errores defensivos puntuales e inmerecidos. El auténtico mérito estadounidense fue bloquear la poca lucided española en ataque a penas los centros de Xavi, los tiros de Alonso o la velocidad de Fábregas y Cazorla que aunque fue lo más destacable de nuestra parte faltó con más regularidad durante los 90 minutos.
A la velocidad de EEUU hay que sumarle la contundencia física de jugadores como Altidore que podría dedicarse perfectamente a otro fútbol, el americano, o el inagotable Bocanegra que mareó como quiso a Ramos.
Incluso la mejor selección del mundo pierde y se somete a golpes de humildad como este; golpe que más vale tener ahora que el año próximo en el Mundial.
Alfredo Andreu, 25 Junio
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